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jueves, 4 de noviembre de 2010

JOSÉ ARDITTI

(CONSTRUCTIVO)
(PUERTO NOCTURNO)


UNA ANÉCDOTA DE JOSÉ ARDITTI (1938-1992):

"Un maestro que descubrió el talento de un pintor"
José Arditti era en los años 70 un pintor reconocido. Tenía una marcada vocación por la docencia. En aquellos tiempos daba clases de dibujo en el Crandon. Fue allí que tomó contacto con Adolfo Sayago, un niño desfachatado y algo disperso que tenía condiciones extraordinarias para el dibujo.
A sus alumnos de quinto año Arditti, los días viernes o sábados, los invitaba a quedarse fuera de hora a dibujar en un taller de expresión plástica que había montado en un altillo del Crandon. Era una actividad extracurricular y por lo tanto no obligatoria. Sayago decidió concurrir los dos días. Viernes y sábados se quedaba horas dibujando bajo la atenta mirada de Arditti. En otras oportunidades era el propio Sayago que observaba a su maestro como combinaba los colores y lograba que nacieran figuras y paisajes de las telas.
"Hoy me gustaría que hicieras una naturaleza muerta", le dijo una tarde Arditti a su alumno.
"No, me niego", respondió Sayago, por entonces un adolescente de 12 años que no ocultaba su rebeldía.
"¿Y Por qué te negás?", replicó Arditti.
"Porque lo mismo que encontrás en una naturaleza muerta lo tenés en un paisaje, o acaso un paisaje no tiene también sombras y contrastes", respondió Sayago.
Arditti sorprendido por la respuesta de su alumno se calló la boca. Dos clases después Sayago le entregó un cuadro de 50 por 60 centímetros en el que se apreciaba una ciudad dividida por un río y el río cruzado por un puente. No faltaban en esa pintura ni las luces ni las sombras, ni los contrastes, ni una armoniosa combinación de colores.
Al egresar del Crandon Sayago pasó a formar parte del taller de Arditti. "Era un lugar fantástico", recuerda hoy y agrega "estaba ubicado en un sitio privilegiado: en una vieja casona de altos sobre la plaza Zabala desde la que disfrutábamos de una vista inmejorable". El taller Arditti abría sus puertas a las 7 y 30 de la mañana y permanecía con gente hasta la medianoche. Allí se daban cita jóvenes aspirantes a pintores o pintores que deseaban mejorar su técnica o simplemente compartir horas de trabajo, de charla y de bohemia. Para Sayago, que permaneció durante diez años en el taller de Arditti, aquellos fueron años maravillosos, no sólo desde el punto de vista profesional sino humano.
Todos los que recalaban en el atelier de Arditti trabajaban en la más absoluta libertad. A tal punto que una mañana Arditti sugirió que hicieran un cuadro constructivista. Sayago comenzó a pintar pero, al finalizar la tarde, decidió abandonar el trabajo pues según dijo "no puedo seguir, no me gusta que me pongan reglas para pintar". Fue ese mismo año que Sayago vendió su primer cuadro. La compradora fue su abuela materna, María Angélica Cordero, que pagó la obra a precio de un Picasso.
Mas informacion en:
http://www.portondesanpedro.com/autor-notas-de-prensa.php?id=258#ixzz14KJ54bDk

1 comentario:

  1. Me encantó la anécdota, pero no es sólo eso, es la descripción de dos excelentes artistas. Me encanta Arditti y me encanta el modernismo de Sayago. Saludos. Laura.

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