(VELEROS)
(VELEROS)
VER: http://www.ambarlabruna.com/marinas.htm
Roberto De Espada
Critico de arte - AICA, UruguayConservador del patrimonio artístico de la Enseñanza PúblicaDirector del museo "Juan Zorrilla de San Martín"Publicado en 1995
En lo que nos interesa de su trayectoria, que es precisamente el cultivo de la acuarela, Ambar Labruna presenta un abordaje al cúmulo de seducciones que la acuarela propone en el cual se vinculan la tradición y el impulso renovador. Sería interesante igualmente estudiar lo que hay de su ser mujer en la formación de sus obras; es un hecho cierto que las características intrínsecas de la acuarela la han hecho particularmente cultivada por el sexo femenino.
Frente al elenco de obras de Ambar Labruna, no es impertinente realizar una primera aproximación que destaque de un modo las singularidades de su sexo, que se transparentan en su obra.
Todo esto que esta muy bien hace que nos preguntemos donde esta la personalidad de Ambar Labruna. LA respuesta es aparentemente sencilla: En la seguridad que muestran sus manchas que no parecen tocadas sino para que la espontaneidad permanezca en ellas, en la luminosidad festiva (verdadera "joie-de-vivre" que Ambar Labruna recupera para sus obras), en la estratégica manera de logar que la sola mancha logre definir los límites netos de un fragmento dibujístico.
Ambar Labruna no puede ocultar que es alumna de quién domina todas las estrategias del acuarelista, Dante Picarelli, pero esto no es un desmedro para la artista sino un instrumental, según lo que ha venido viendo, según lo que la tradición le ha enseñado.
Naturalmente la acuarela ama la figuración pero nada impide que también pueda ser vía para la expresión más subjetiva del que la realiza y es acá el punto crucial que determina si se está o no frente a una artista o a un "buen alumno". Se necesita arriesgarse al santo cualitativo que significa desistir de la persuasión por el miedo del naturalismo e internarse en los mundos más complejos de una expresión más abstracta pero más entrañable del mundo personal.
Ambar Labruna está en plena instrumentación de un mundo nuevo donde la propuesta de radicalmente diferente: En reino de los campos expresivos de los pigmentos ya no esta sometido a los rigores de un dibujo concreto, sino a otros rigores: los que derivan de una interioridad que pulsa por tener su expresión y la ambición de la artista por estructurar la gramática para decir ese mundo de interioridades que palpitan en y tras sus manchas, manchas que ya venían ganando terreno desde su etapa anterior.
Lo que hasta ahora ha logrado en esta tentativa tan tonificante para ella como persona y como artista y para el vocabulario de la acuarela no es poco: De sus manchas surge el esbozo de un mundo complejo , sombrío a veces, donde la luz se cuela trabajosamente entre las tinieblas que extrae de a sutiliza que la acuarela exige.
Roberto De Espada
Critico de arte - AICA, UruguayConservador del patrimonio artístico de la Enseñanza PúblicaDirector del museo "Juan Zorrilla de San Martín"Publicado en 1995
En lo que nos interesa de su trayectoria, que es precisamente el cultivo de la acuarela, Ambar Labruna presenta un abordaje al cúmulo de seducciones que la acuarela propone en el cual se vinculan la tradición y el impulso renovador. Sería interesante igualmente estudiar lo que hay de su ser mujer en la formación de sus obras; es un hecho cierto que las características intrínsecas de la acuarela la han hecho particularmente cultivada por el sexo femenino.
Frente al elenco de obras de Ambar Labruna, no es impertinente realizar una primera aproximación que destaque de un modo las singularidades de su sexo, que se transparentan en su obra.
Todo esto que esta muy bien hace que nos preguntemos donde esta la personalidad de Ambar Labruna. LA respuesta es aparentemente sencilla: En la seguridad que muestran sus manchas que no parecen tocadas sino para que la espontaneidad permanezca en ellas, en la luminosidad festiva (verdadera "joie-de-vivre" que Ambar Labruna recupera para sus obras), en la estratégica manera de logar que la sola mancha logre definir los límites netos de un fragmento dibujístico.
Ambar Labruna no puede ocultar que es alumna de quién domina todas las estrategias del acuarelista, Dante Picarelli, pero esto no es un desmedro para la artista sino un instrumental, según lo que ha venido viendo, según lo que la tradición le ha enseñado.
Naturalmente la acuarela ama la figuración pero nada impide que también pueda ser vía para la expresión más subjetiva del que la realiza y es acá el punto crucial que determina si se está o no frente a una artista o a un "buen alumno". Se necesita arriesgarse al santo cualitativo que significa desistir de la persuasión por el miedo del naturalismo e internarse en los mundos más complejos de una expresión más abstracta pero más entrañable del mundo personal.
Ambar Labruna está en plena instrumentación de un mundo nuevo donde la propuesta de radicalmente diferente: En reino de los campos expresivos de los pigmentos ya no esta sometido a los rigores de un dibujo concreto, sino a otros rigores: los que derivan de una interioridad que pulsa por tener su expresión y la ambición de la artista por estructurar la gramática para decir ese mundo de interioridades que palpitan en y tras sus manchas, manchas que ya venían ganando terreno desde su etapa anterior.
Lo que hasta ahora ha logrado en esta tentativa tan tonificante para ella como persona y como artista y para el vocabulario de la acuarela no es poco: De sus manchas surge el esbozo de un mundo complejo , sombrío a veces, donde la luz se cuela trabajosamente entre las tinieblas que extrae de a sutiliza que la acuarela exige.
Ambar Labruna está en franco y pleno proceso de elaboración y procesamiento de un mundo cuyos primeros atisbos auspician el enriquecimiento de la acuarela y han de permitir la ampliación de un horizonte como artista.
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